El enigma zombi, Wade Davis

Editorial: Martínez Roca

Año publicación: 1987

Temas: Ensayo: Espiritualidad y esoterismo.

Hoy os traído otro libro que acabo de encontrar información sobre él, pero que aún no tengo en mis manos. Según parece, es realmente difícil pillar un ejemplar, y si pillas uno, se paga como el oro aún sin estar en buen estado. Y si eso es así, es que el libro tiene que ser bueno, y para un seguidor de los zombis, el poder leer el libro tiene que ser una gozada. Pues bien, paso a comentaros el libro según informaciones que he encontrado por la red, que parece que todas las ha realizado el mismo, son copy-paste de alguna original, así que no voy a quebrarme la cabeza mucho, eso si, intentaré usar mis propias palabras.

Antiguamente, bueno, ahora supongo que también, pero no en estado de bienestar, se cometían errores médicos de tal calibre, que algunos enfermos, llegan a encontrarse enterrados vivos. Parece que esto ha generado una paranoia y existe un miedo palpable sobre si te puede ocurrir a ti. Es más, yo he tenido pesadillas con eso, y se que aquí, en España, no pueden encontrarse errores de este tipo. Pues supongo que esto, a principios de la década de los ochenta, hizo que un antropólogo canadiense decidiera estudiar algunos de esos casos. Como el famoso caso de Clairvius Narcisse, un hombre cuyo certificado de defunción se firmó en 1963 pero que reapareció misteriosamente en 1980, dieciocho años después. Increíble, ¿verdad?

Lo curioso del caso, es que su familia había denunciado que la muerte de Clarvius se produjo durante una ceremonia de vudú, en el centro de Haití. Aquí es donde entra la leyenda de los zombis, según ellos, uno de sus hermanos lo asesinó para convertirlo en zombi por culpa de una herencia. En Haiti todavía es costumbre dar una segunda muerte a los cadáveres clavándoles un cuchillo en el corazón o decapitándolos. Así se aseguran de que ningún brujo los resucitará para esclavizarlos. Pero la familia no sospechó que verdaderamente no estaba muerto, por lo que se pasaron por alto este paso. La historia de Narcisse impresionó a Wade Davis, que es el hombre que nos ocupa, el autor del libro. El caso es que la cosa no se quedó sólo en ese ejemplo, sino que descubrió varios casos similares en la misma zona.

Decidió investigar in situ y descubrió que a los zombis se les suministraba una potente droga cataléptica. También determinó, que la causa de la pérdida de la cordura, era directamente proporcional a las horas que el futuro zombi permanecía bajo tierra, seguramente, por la falta de oxígeno en el nicho, y por tener su sistema nervioso paralizado. Algo totalmente lógico.

Emitido en Cuarto Milenio (21 marzo 2010, programa nº 24, 5ª temporada)

¿Pero qué droga era esa? ¿Qué echaban los sacerdotes vudú a sus víctimas? Que todo indicaba que lo que fuese, lo vertían en la puerta de sus casas, para que entrara en el sistema nervioso a través de los pies de las víctimas. Y es más, ¿qué antídoto les suministraban para revivirlos? Muchas dudas que intentó responderlas en su viaje a la cuna de los zombis.

Davis acompañó a los brujos a la exhumación ilegal de cadáveres, participó en sus ceremonias, se ganó su confianza y finalmente consiguió muestras del polvo oscuro que hacía que las personas se convirtieran en zombi. Analizó el polvo, pero las pruebas clínicas se resistieron a dar la respuesta lógica de lo que pudiera ser ese polvo misterioso. Primero pensó en la datura stramonium, conocida en Haití como el pepino de los zombis. Es un fuerte veneno tópico que provocaba alucinaciones y que era conocido en Sudamérica y África. Incluso localizó la liana africana que servía de antídoto. Pero fue su amista, y la nueva confianza obtenida con los brujos locales lo que le hizo cambiar de idea. El origen era animal

Al final terminó por descubrir sus ingredientes, que no eran otros más que estos: una cuidada mezcla de plantas como el áloe o el cedro, con huesos humanos, cerillas machacadas, azufre en polvo y un veneno de pez considerado una de las substancias naturales más tóxicas entre todas las conocidas: la tetrodotoxina.

Parecía que los hechiceros de Haití habían descubierto las propiedades de ese veneno, pero estaban muy lejos de la realidad. Ese veneno era ya conocido en el Antiguo Egipto. Representaciones del pez globo aparecen en tumbas de la V Dinastía y se pescaban en el Mar Rojo. Por su culpa el Deuteronomio prohibió a los judíos comer peces sin escamas y hasta los chinos sabían que los jugos de su hígado eran paralizantes y, en ciertas dosis, mortales.

Davis había encontrado la respuesta que buscaba, pero a la vez se ganó fuertes críticas. Algunos lo acusaron de crédulo y criticaron duramente que ayudase a profanar la tumba de una niña para sus propósitos. Eso, por no hablar de lo difícil que es controlar las dosis del veneno del pez globo para no causar la muerte.

Lo que vivió ese hombre durante su documentación para el libro, supera con creces cualquier película de ficción que haya de zombis, es más, Wes Craven, pensó lo mismo que estoy pensando yo. Realizar una película sobre este libro, estaría realmente genial, y se puso manos a la obra, creando La serpiente y el arcoíris (1987),  protagonizada por Bill Pullman.

En fin, un buen libro, que tengo unas ganas enormes de pillarlo, pero que se que me va a ser imposible.