Cosas que no se le deben hacer a un zombi en una crisis

Tengo hambre. En realidad tengo mucha hambre, pero he decidido dejar lo de mucha hasta un poco más tarde, y afirmar, que sólo tengo hambre. Porque si no, se me puede ir la cabeza. Autocontrol. Eso es lo primero que se tiene que aprender cuando uno se convierte en zombi. Y el problema es que a veces, no se puede comer cuando uno quiere, y el autocontrol, se pierde. Yo por ejemplo, llevo desde el lunes sin comer. ¡Con el placer que conlleva tal acto! Estoy cansado de llevar unos días buscando una presa que llevarme a la boca. ¡Esto si que es estar en crisis!

En fin, para encontrar comida, necesito toda la concentración del mundo, una motivación de caballo y el mejor estado anímico-mental que pueda dar de mi. Y por mucho que lo intente, aquellas personas con la cual comparto mi no-vida, ponen su granito de arena para que no lo consiga. Y es por eso que me encuentro de esta manera, con esta ansiedad por la carne humana, lleno de angustia y estrés. Si, porque los zombis, aunque no lo parezca, padecemos estrés. ¡O es que se piensan que sólo los controladores aéreos pueden tener estrés! Nada, si de ellos depende la vida de muchas personas, imaginaros la cantidad de vidas que depende de los zombis. 

Bueno, a lo que iba, que se me va. Hay cosas que no se deben hacer cuando te encuentras cerca de un zombi en plena crisis existencial. Y en mi caso, las hacen todas.

Para que me entendáis, os voy a enumerar las cosas a las cuales me refiero:

   1. Gemir. Vamos a ver si nos enteramos de una vez. Aquí el único que gime soy yo. Que para eso soy un zombi. Y si os da por gemir, gritar o algo parecido, me ponéis tenso. Estar tranquilo, es para mi salud, primordial para tener una buena concentración a la hora de cazar. Que luego nos preguntamos porqué van los zombis tambaleándose detrás de sus presas... ¡coño! si es que no nos dejáis descansar.

   2. Recibir una llamada telefonica. Si ya produce agresividad en una persona normal el escuchar el timbre de los putos teléfonos de las casas, cuando suenan y suenan y no paran de sonar. ¡Imaginaros en un zombi! ¡joder! ¡que no tenemos ni idea de las nuevas tecnologías! Que nosotros no sabemos como coño se apaga, o que leches hay que hacer para que deje de sonar. 

   3. Reñir. Que sí, que ya se que mi habitación no está limpia. ¡Pero es que soy un zombi, leche! ¿Habéis visto una habitación ordenada alguna vez en la cual se haya un zombi? ¡En la vida! Pues coño, ¡deja que mi habitación esté como sea! 

   4. Dietas. Necesito sustancias hipercalóricas, sesos, miembros amputados, papadas de señores gordos. ¡No me gusta la fruta! Que por mucho que os empeñáis, que somos carnívoros, y que esto no se cambia de la noche a la mañana. 

   5. Preguntar insistentemente por las ganas de comer. No es que me moleste el que me pregunte por algo, y mucho menos por el hambre que tengo, pero anda, deja de dar por culo con el tema, que siempre me andáis preguntando cuando acabo de comer, y claro, me vuelve a dar hambre. No se, yo de vosotros me lo pensaría la próxima vez.
   6. Mandar tareas. Pedirle a un zombi que se ocupe de una tarea domestica, es una perdida de tiempo en si mismo. ¡No se hacer la comida! ¡No se tender la ropa! ¡No se limpiar el baño! ¿Porque no? Por el mismo motivo por el cuál mi cuarto está desordenado.
   7. Traer visitas. Esto ya, explicarlo, como que me siento un poco tonto. Yo sólo digo que como luego falte alguien de la visita, que a mi no me miren. 

   8. Menospreciar el descomunal esfuerzo para controlar el hambre. Harás que al zombi se le dilaten todas las venas de la frente y que se desate su furia Berserker.

Pues eso es todo. La verdad es que me siento mucho mejor después de comerme medio muerto y haber escrito este post. 

P.D.: Dedicado a Despacito y con Buena Letra.